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lunes, 26 de septiembre de 2011

“Todos somos independentistas y nos corresponde a todos luchar por la independencia”



Se cumple el sexto aniversario del asesinato de Filiberto Ojeda Ríos (1933-2005) a manos de agentes del FBI.


Aquel viernes, veintitrés de septiembre de 2005, un escuadrón fuertemente armado conformado por más de cien agentes federales pertenecientes al Buró de Investigaciones Federales (FBI) asesina a Ojeda Ríos, comandante en jefe del Ejército Popular Boricua-Los Macheteros, organización político-militar de liberación nacional.


El asesinato tuvo lugar en el municipio de Hormigueros, al oeste del país. Aquel fatídico día, el escuadrón sitia la casa de la figura del independentismo puertorriqueño de mayor envergadura de las últimas décadas. Ojeda Ríos era el comandante en jefe del Ejército Popular Boricua-Los Macheteros, organización de liberación nacional que durante años tuvo en jaque a las autoridades federales en la isla antillana. Tras un fuego cruzado abusivamente desproporcionado (más de cien contra uno), el líder machetero es mortalmente herido en una de las clavículas y no recibiendo asistencia médica en ningún momento, morirá desangrado horas más tarde; así lo reflejó la autopsia hecha al cadáver en el Centro Médico de Río Piedras, en San Juan.

Entre fuentes de la izquierda puertorriqueña trascendió que junto a Ojeda Ríos se encontraban miembros del EPB-Macheteros, cuya situación se desconoce, igual que la de la esposa de Filiberto quien resultó herida y arrestada.

Con polémica incluida, el cuerpo sin vida del líder guerrillero fue expuesto en el ateneo puertorriqueño y el Colegio de abogados. El entierro, celebrado el martes veintisiete, fue toda una manifestación popular de repulsa al status colonial de la isla antillana. Desde San Juan hasta el cementerio de su pueblo natal Naguabo, en la zona este del país, miles de personas en caravana acompañaron los restos mortales del líder independentista vilmente asesinado. La carretera quedó plagada con banderas de la nación puertorriqueña y proclamas en las que se podía leer “FBI asesinos” “Filiberto vive”, “Todo boricua machetero”, “Viva Puerto Rico Libre”. Por varios días hubo diversas multitudinarias manifestaciones frente a la sede del Tribunal Federal en la calle Carlos Chardón en Hato Rey, San Juan, en repulsa a la presencia de las autoridades federales en la colonia de Puerto Rico.

El lunes veintiséis, miles de estudiantes del recinto universitario de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico hicieron una manifestación dentro de los predios universitarios en repulsa por el asesinato de Ojeda Ríos, escuchándose consignas como “despierta boricua, defiende lo tuyo”, “No me da la gana de ser una colonia norteamericana y si me da la gana, Borinquen socialista, libre y soberana”. Seguidamente, la marcha continuó hasta la sede del mencionado Tribunal federal donde prosiguió la protesta y se quemó una bandera de Estados Unidos. Posteriormente, los universitarios se dirigieron al Colegio de abogados, localizado en Miramar, San Juan, entonaron la versión revolucionaria de La Borinqueña y le rindieron respetos al cadáver expuesto del líder independentista.

Filiberto Ojeda Ríos había sido, durante los últimos quince años, uno de los diez fugitivos más buscados por el FBI. Fue condenado a cincuenta y cinco años de prisión por haber participado en el secuestro de 7.2 millones de dólares de un furgón blindado de la compañía estadounidense Wells Fargo en el estado de Connecticut en 1983. La operación, en la que no hubo víctimas mortales, fue uno de los robos bancarios más espectaculares de la historia más reciente de Estados Unidos y su autoría fue reclamada por una cédula de Los Macheteros; esta organización también tenía grupos operacionales en Estados Unidos. El dinero iba a ser usado para financiar la lucha por la liberación nacional e independencia de Puerto Rico como nación libre y soberana. Entre los independentistas de la isla, el operativo es popularmente conocido como “el robo de la Wells Fargo.”

El diez de mayo de 2001 el entonces Director del FBI Louis J. Freeh expone, ante el Comité de Inteligencia del Senado de los Estados Unidos de América, el tema del terrorismo bajo el título “Amenaza de terrorismo a los Estados Unidos”. En la sección de amenazas internas, Freeh señala a los Macheteros como seria amenaza para los intereses estadounidenses tanto dentro de EE.UU. como en su colonia de las Antillas, el archipiélago de Puerto Rico.

El operativo que terminó con la vida de Ojeda Ríos forma parte integral de las capacidades reales del Departamento de Seguridad Nacional, creado por la administración del actual presidente George W. Bush, con licencia para detener, sin la orden judicial pertinente, en tal caso sería secuestro, torturar y asesinar a todo tipo de “sospechoso”, incluyendo los ciudadanos estadounidenses. Nunca hubo intención alguna de arrestar y llevar ante un tribunal competente al anciano líder de setenta y dos años de edad; la única misión era acabar con su vida y eso fue lo que sucedió.

Hasta el día de hoy se desconoce la identidad de los agentes que participaron en el operativo y mucho menos del que disparó el tiro mortal que segó la vida del líder guerrillero. El gobierno colonial de turno, a través del Departamento de Justicia, ha tratado de llevar a cabo una investigación de los hechos; el intento ha quedado en vano al negarse el FBI a colaborar en la misma escudándose en la inmunidad que le ofrece el mismo gobierno federal al que responde.

No deja de llamar la atención el día en que el gobierno federal tomó la decisión de acabar con la vida de Ojeda Ríos: el veintitrés de septiembre, significativa fecha para el movimiento independentista puertorriqueño donde se conmemoró el aniversario 137 de la proclamación de la primera República de Puerto Rico en 1868. Todo estaba macabramente planeado y mientras se leía el comunicado que Filiberto había enviado para la conmemoración del Grito de Lares del 2005, hecho habitual cada veintitrés de septiembre, el terrorismo de Estado sitiaba y asesinaba a una persona que durante años hizo uso de la lucha armada como método de descolonización y liberación nacional de una nación oprimida, algo reconocido en diferentes resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas. Esa es la manera operacional del mismo estado que ha enviado a un sin número de guerras a decenas de miles de puertorriqueños.

A continuación la transcripción íntegra del mensaje grabado de Filiberto Ojeda Ríos, que se escuchó en los actos del Grito de Lares, el sábado 23 de septiembre de 2005, poco antes de que fuera cercado y asesinado por efectivos del FBI, en su residencia en Hormigueros.


“Todos somos independentistas y nos corresponde a todos luchar por la independencia”

Han pasado ciento cuarenta años desde que la hermandad antillana través de la Junta Republicana de Cuba y Puerto Rico, establecida en la ciudad de Nueva York, conspiraba para fraguar no sólo este grito nuestro, sino también el Grito de Yara, que en Cuba se desatara unas semanas más tarde.

Nuestro Grito de Lares constituyó un sólido avance a lo que ya se había convertido en tradición de lucha libertaria que desde muchas décadas antes había tomado cuerpo en nuestro general Antonio Valero de Bernabé al lado de Simón Bolívar con la eterna conspiradora desde el clandestinaje que fue María de las Mercedes Barbudo, con los patrióticos hermanos Vizcarrondo, con Segundo Ruiz Belvis, Eugenio María de Hostos, con tantos otros puertorriqueños cuyos nombres no son tan conocidos, cuyo compromiso libertario fue forjando el camino de la Patria.

Ya desde poco antes del Grito de Lares, Ramón Emeterio Betances tuvo que hacerles frente a unas tendencias de carácter reformista que hacían mucho más difícil la lucha gestadora de la revolución libertaria. Lo hacía con firmeza, pero con la caballerosidad y respeto que imponía su condición revolucionaria y en la cual la ofensa personal y el insulto no tenían cabida. En otras palabras, en nuestra tradición de lucha también se forjaron unos estilos de conducta para los revolucionarios y patriotas, estilos que abrían puertas a la comunicación entre aquellos que promovían tendencias contrarias a las ideas betancinas, siempre manteniendo con firmeza la fidelidad a las concepciones libertarias revolucionarias. El Grito de Lares, cuya victoria fue la profundización de nuestra tradición de lucha, fue ejemplo de ello.

Esa tradición de lucha patriótica fue tomada por Pedro Albizu Campos y elevada a niveles de grandes sacrificios, de seria combatividad, de esperanzas y de fe en la victoria. Ésa es la esperanza y fe en la victoria que quedó consolidada en la consciencia de todos los puertorriqueños, incluyendo a aquellos que por temores o intereses confundidos, aún se mantienen como observadores. La realidad que enmarcaba la lucha cuando Betances lanzaba su grito en Lares, era una de esclavitud, de libreta de jornaleros, de componte, de miseria y hambre, de indigencia, de educación inexistente, de insalubridad y sobre todo de falta de libertad, de falta de soberanía nacional para resolver todas esas necesidades. Se trataba de hacerle frente a un colonialismo aplicado, con toda su brutal magnitud y criminalidad y para el cual la independencia, como en la actualidad, era la única alternativa. La realidad que enmarcó la lucha de Don Pedro Albizu Campos era muy similar a la que sufría nuestro pueblo durante la época de Betances, pero de aplicación de mecanismos coloniales, de explotación y deformativos diferentes. Don Pedro le hizo frente a posiciones de vida infrahumana para la mayor parte de la población puertorriqueña. Le hizo frente a los abusos contra los obreros de la caña y obreros en general, a la institucionalización del mantengo; a la utilización de nuestra nación para experimentación, tanto de uso militar como de medicamentos; que iban inventando y probando en nuestro pueblo a la esterilización engañosa y forzosa de la mujer puertorriqueña; a los ensayos con las políticas de mantengo, con fines enajenantes; a la conversión de nuestro territorio nacional en una gran base militar; a la imposición del servicio militar obligatorio que conducía a nuestros jóvenes a guerras inmorales y sujetos a ser muertos, heridos o sencillamente mutilados, tanto física como mentalmente. Todo ello en guerras que han desatado en el mundo, para consolidar sus intereses capitalistas y políticas hegemónicas.

Pero, también, don Pedro tuvo que hacerles frente a unos sectores criollos serviles a los colonialistas al igual a que aquellos que, siendo independentistas, soñaban que a través de la aplicación de tendencias reformistas o electorales, la independencia era posible. Sin embargo, al igual que durante la época de Betances, esas tendencias ayudaban en la consolidación del sistema colonial imperante, naturalmente, sin proponérselo. Aun cuando don Pedro desarrolló su lucha en tiempos de profundas crisis económicas, los reformistas, con el entonces independentista Luis Muñoz Marín a la cabeza, les sacaron las castañas del fuego a los colonialistas. Ése fue un gran servicio prestado que produjo cambios en la aplicación del colonialismo en nuestra patria, pero que lo consolidó, en condiciones favorables para los explotadores.

La etapa contemporánea que vivimos y que comenzara con el establecimiento del Estado Libre Asociado, modificó la forma colonial de vida, legalizaron ahora y con un ilegítimo y falso sentido de consentimiento, la explotación económica colonial que ha eliminado nuestra producción agrícola y nos ha convertido en mercado de consumo de productos agrarios procedentes de Estados Unidos , legalizaron, mediante una supuesta defensa común, la aplicación del servicio militar obligatorio, forzando a nuestra juventud a participar en sus guerras de agresión y saqueo. Ahora, los colonialistas introducen a sus llamados reclutadores, que más bien son abusadores y pervertidores de menores, para inducir a nuestros jóvenes a que aprendan a matar y a participar en sus sucias guerras y ya van cuatro grandes guerras, como las de Corea, de Vietnam, de Afganistán y de Irak, además de las numerosas guerras casi invisibles pero que, como guerras imperialistas al fin, son inmorales y de rapiña. Ahí tenemos la invasión que se hizo sobre el territorio hermano de la República Dominicana en los años sesenta. Ahí tenemos la invasión sobre el territorio de Granada. Ahí tenemos la intervención en Panamá, donde asesinaron a miles de seres humanos. Ahí tenemos sus incesantes agresiones criminales contra nuestra hermana República de Cuba, contra Nicaragua, contra Guatemala y ahora contra la República Bolivariana de Venezuela. Han hecho uso de nuestro territorio como bastión militar, como les ha dado gusto y gana, experimentando con sus armas biológicas y de exterminación masiva y todo ello con el supuesto consentimiento legalizado de lo que fue la reforma mayor que es el ELA. Se han apoderado del comercio interno puertorriqueño, arruinando a los nacionales, con la instalación de sus grandes centros comerciales y megatiendas. Se han convertido en los controladores y dueños de nuestra industria, con sus farmacéuticas y fábricas de productos electrónicos. Han destruido de manera premeditada nuestra autoestima como pueblo, mientras fortalecen un sentido individualista, desvalorizando el espíritu colectivo como nación. Ahí, reside el fundamento psicológico de la gran división existente en todo nuestro pueblo.

Mientras somos víctimas de todas estas inmorales agresiones, los independentistas, que tenemos que ser los que ayudemos a profundizar en el pueblo la consciencia patriótica defensiva y salvadora de nuestra nación, caemos en trampas dedicando muchos esfuerzos a tonterías divisionistas, mientras en Wáshington se mueren de risa. Sin lugar a dudas, en el seno de las fuerzas patrióticas de nuestro pueblo existen diversas tendencias ideológicas y concepciones de lucha. Eso es natural. Tiene que ser así porque el independentismo en su heterogeneidad clasista tiene que responder conforme a lo que son los intereses de cada componente social patriótico. Los trabajadores, que constituyen la inmensa mayoría de nuestra nación, tienen unos intereses muy particulares. Los comerciantes y sectores de la pequeña burguesía puertorriqueña tienen otros. Y aun aquellos sectores de profunda conciencia puertorriqueñista y que son intelectual y materialmente privilegiados, pueden proyectar otras tendencias.

Quizás éste no sea el momento para analizar esta realidad particular, por su complejidad. No obstante, existe algo en común entre todos los sectores sociales que he mencionado, y es que todos somos independentistas. Es por eso que existe un partido independentista que cree en la participación electoral. Es por eso que existen sectores independentistas que creen en la legalidad, y es por eso que existen sectores obreros que también son poseedores de sus propias concepciones de orientación de naturaleza socialista. Igualmente, es por eso que existen fuerzas que organizamos la lucha anticolonial desde el clandestinaje. Todos tenemos una visión y entendimiento de nuestra realidad colonial determinada por unos objetivos finales al igual que por esos intereses de clase. Ésa es parte de nuestra realidad. Pero lo más importante, lo tácticamente y estratégicamente fundamental, es que todos somos independentistas y nos corresponde a todos, luchar por la independencia. Ahora, lo que hagamos cuando nuestra patria sea libre y soberana lo podemos discutir al triunfar, cuando hagamos nuestra Asamblea Constituyente para definir nuestro sistema político, económico y social. Pero ahora tenemos que luchar juntos, cada uno de nosotros en el espacio que entienda como el correcto para el desarrollo de sus ideas. Lo menos que podemos hacer todos es intentar comprendernos y respetar esos espacios, lo que no quiere decir que estemos exentos de opinar respecto a nuestra particulares concepciones y hacerlo con el mayor respeto y en el foro que pueda ser creado para esos debates ideológicos del futuro, igual que saber llevar nuestras concepciones a quien tiene la última palabra, que es nuestro pueblo. Aunque tengamos diferencias con el camino escogido por cada sector podemos expresar nuestra ideas y nuestras preocupaciones ideológicas a los hermanos que están como todos lo estamos, en la obligación patriótica de fomentar el espíritu libertador de nuestro pueblo, en el foro que, conforme a los criterios de cada cual, han determinado como arena de lucha política.

Algunos compañeros han escogido de hacer su trabajo en la Asamblea Legislativa. Pero nos sentimos en la obligación patriótica de recomendar que hagan uso efectivo de ese espacio que han elegido para que sus luchas conviertan ese foro de inmoralidad en uno de fuerte crítica a los ladrones y lleven ese mensaje directamente al pueblo en todos los municipios en los cuales tienen a sus correligionarios. Ahí no puede existir ni el amiguismo ni el oportunismo para lograr mayores fondos y beneficios económicos. Aprendamos de Don Pedro, que se lleve la voz del afrentamiento de ese centro de corrupción y de saqueo de los fondos generados de ese pueblo trabajador, que a nuestro juicio, por consiguiente, están en la obligación de llevar el mensaje de la verdad además a ese foco de corrupción y sobre todo directamente al pueblo. De lo contrario, es prácticamente convertirse ante los ojos del pueblo en cómplices de esa realidad y no me cabe duda de que ése no es el objetivo de esos hermanos y patriotas independentistas. También tienen el deber de movilizar al pueblo en demanda de una mejor legislación sin componendas, que desvían al pueblo de los objetivos reivindicativos. De no ser así, entonces, para qué tener el privilegio de estar ubicados en todos los municipios de nuestra patria.

Otros hermanos de mayor amplitud y alcance político en su compromiso patriótico, por su intenso historial de lucha y activismo pasado, conocen perfectamente cómo el pueblo de manera espontánea, ese pueblo que se ha llamado sociedad civil, reclama sus derechos para bien de la patria. ¿Cómo no organizar una movilización masiva en apoyo a esa heroica madre Toña Santiago, que teme por la vida de su hijo en Irak y reclama justicia para evitar que otras madres sufran del dolor que ella, y todos nosotros con ella, hemos sufrido por la amenaza a la vida de su hijo al igual que todos los hijos de la gran familia puertorriqueña? ¿Cómo no apoyar activa y firmemente la acción de dos mujeres valientes, Marta Villaizán y Aleida Centeno, que se han lanzado prácticamente solas en una campaña denunciativa de lo que es un intento de privatizar y robarse el agua de nuestra patria y de la experimentación de El Yunque? Son tantos los males que afectan a nuestro pueblo, que no nos cabe duda sería un aporte de gran valor patriótico el poder trabajar con esos sectores elevando su nivel, –no de conciencia, porque la tienen y creo que a veces con mayor profundidad que la de los que tenemos responsabilidad de liderato– sino organizativo, para que coordinen su quehacer de manera colectiva y firme para reclamar sus derechos violados.

Específicamente, y con mucho respeto, queremos aprovechar la oportunidad para solicitar a todas las organizaciones que trabajan en la exigua legalidad para sugerir la colocación de tres asuntos entre sus prioridades de trabajo educativo y de movilización. En primer lugar, el llamado a estar atentos a los federales en sus movidas en el lugar de residencia de Yukiyú, nuestro altivo Yunque de Luquillo. Ahora, por supuesta petición de un grupo de traidores, como Fortuño y la archifascista y ex cubana Ileana Ros-Lehtinen, han colocado al Yunque bajo el control de los federales y cuando los federales se encargan de algo como lo hacen con el mecanismo controlador de Pesca y Vida Silvestre en Vieques, algo se traen. Nosotros expresamos con firmeza que el Yunque es nuestro, no se atrevan a tocarlo. Igualmente es fundamental ofrecer y movilizar a nuestro pueblo para evitar ese robo descarado y atropello contra la propia existencia de todos los puertorriqueños que es la privatización del agua y su entrega a los colonialistas yanquis, que es lo mismo que intentan hacer con todas las fuentes de agua en nuestra América. En tercer lugar, es vital que todos nos unamos para apoyar la lucha antimilitarista y reforzar a esa madre boricua que lo único que desea es salvar la vida de su hijo al igual que la de todos los jóvenes boricuas que de manera engañosa han sido inducidos u obligados a entrar al ejército yanquis y a pelear en Irak, asesinando a un pueblo inocente que lucha por su total soberanía y autodeterminación. A todos los independentistas unidos ofrecerles el apoyo, estaremos salvando nuestra juventud y por ende a la patria.

A veces escuchamos quejas criticando al pueblo por que no ha sido capaz de lanzarse a la calle para protestar contra tanta inmoralidad pero ¿qué hemos hecho los independentistas para que eso pueda suceder? ¿Cómo es posible que le echemos la culpa al pueblo por lo que no hacen los independentistas, que se suponen seamos los más conscientes y comprometidos? No hemos sido capaces de crear las condiciones de educación en la acción, acaso ¿hemos estado junto al pueblo? Cada uno de nosotros tiene que reflexionar al respecto.

Es por eso que hacemos un amplio llamado a los hermanos del PIP a activando sus denuncias en la Legislatura. Educando y con el pueblo, a los hermanos y hermanas del MINH en la denuncia de la inmoralidad del sistema en defensa de todos nuestros derechos y con el pueblo. A los hermanos y hermanas socialistas con los obreros, con la nación, y con el pueblo. Los Macheteros estaremos insertados en esos procesos como lo hemos estado como retaguardia defensiva y también apoyando los esfuerzos organizativos de nuestro pueblo en lucha; a quienes lo hacen desde la legalidad, como retaguardia defensiva y también organizativa de nuestros obreros, organizados como retaguardia defensiva de nuestra nación, tal y como nos ha caracterizado y todo conforme a lo que es la letra de nuestros respectivos programas patrióticos. Así nos encontraremos en el camino y al decir de Antonio Machado, se hará camino al andar. Y el proceso de unidad patriótica y revolucionaria, ejecutado correctamente, abrirá camino a la unidad fundamental, que es la unidad que el propio pueblo va forjando en torno a nuestro futuro.

Compañeras y compañeros, en nuestra América soplan vientos de libertad. Los puertorriqueños sentimos en nuestro espíritu patriótico, los efectos de esos aires generados por la fuerza que emana de la República Bolivariana de Venezuela, al igual que de nuestros próceres, de nuestra historia mancomunada con la patria de Bolívar, la de Martí, la de Luperón, Toussaint Louverture, de una tradición de lucha amarrada por la sangre generosa de miles de mártires latinoamericanos y puertorriqueños. Venezuela, con el presidente Hugo Chávez Frías a la cabeza y Cuba, con el Comandante Fidel Castro, están abriendo los caminos de esa unidad latinoamericana y caribeña. Los puertorriqueños que hemos luchado hombro con hombro con los hermanos caribeños por su libertad, con Simón Bolívar hace dos siglos, con Máximo Gómez y José Martí, cuya manigua cubana fue regada con nuestra sangre boricua, nos hemos ganado ese derecho a formar parte de lo que somos: latinoamericanos con identidad propia, la identidad borinqueña. Todos los hermanos reconocen nuestro derecho, porque somos iguales, hablamos el mismo idioma, nuestras culturas, con sus pintorescas diferencias, se complementan, tenemos una historia común de lucha solidaria y porque ese espacio nos corresponde por natural pertenencia.

Las puertas están abiertas y el futuro, tanto económico como político y social, estaría asegurado si logramos liberarnos de este yugo criminal que ha impedido durante tantos años, que podamos regir nuestro destino en unión a nuestros hermanos latinoamericanos.

Ante eso, en este día memorable, recordemos a nuestro Betances, a nuestro Ruiz Belvis, a nuestro querido Albizu y sigamos el camino por ellos señalado gritando ¡Qué viva Puerto Rico Libre! ¡Qué viva la unidad independentista! ¡Qué viva la unidad latinoamericana! ¡Hasta la victoria siempre!






Fuente: Agencias de noticias

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