Juan de la Cruz Kairuz dirige a Talleres de Perico, de Jujuy, que enfrentó a Deportivo Maipú. Es acusado de haber participado de secuestros en la última dictadura militar.
Ni el toque de tintura castaño oscuro, ni los lentes ahumados, ni mucho menos –o quizá por eso– la gorra color verde militar pudieron evitar que la cancha de Deportivo Maipú, en Mendoza, reconociera a Juan de la Cruz Kairuz apenas asomó en la platea. El técnico de Talleres de Perico, acusado de comandar un grupo de tareas durante la última dictadura militar, quedó escrachado por su pasado. El estadio entero lo repudió. Hubo insultos, banderas y un grito futbolero:
“El que no salta es represor”.
“De mi pasado no voy a hablar. De lo deportivo hablemos de lo que quieran, lo único que les digo es que estoy esperando el juicio para demostrar que soy inocente de todo lo que me acusan”, dijo Kairuz después de un partido que no lo trató muy bien. No sólo recibió el rechazo de las tribunas sino que además su equipo perdió 1-0 frente a Maipú por el torneo Argentino A.
Kairuz ya sabía lo que le esperaba en Mendoza: agrupaciones sociales y políticas, como Barrios de Pie y Libres del Sur, además de organismos de derechos humanos como Hijos, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y Familiares de Detenidos y Desaparecidos, llamaban desde hacía varios días a manifestarse contra el DT represor. Tanto en el hotel en que se hospedó como en el viaje hasta la cancha y en el campo de juego mismo, el entrenador estuvo custodiado por la policía.
Hubo más: Kairuz apareció por el estadio Omar Higinio Sperdutti bajo algo muy parecido a un disfraz: el pelo teñido, con lentes y una gorra. Cuando su equipo salió a calentar, minutos antes del partido, él se mantuvo en el vestuario. Pero luego no pudo evitar dar la cara. Se ubicó en la platea, desde donde dirigió a su equipo por estar suspendido. En seguida se escucharon los silbidos. Y el hit de la hinchada de Maipú: “El que no salta es represor”. O la versión: “El que no salta es militar”. Una bandera de Libres del Sur daba una biografía básica: “J. Kairuz, DT de Talleres, represor de la Dictadura”. Primero estuvo colgada en la popular, pero luego la trasladaron hacia la platea techada, de frente al técnico, para que sus ojos no pudieran esquivarla.
Kairuz fue un lateral izquierdo que salió de San Martín de Tucumán. Como futbolista pasó por Atlanta, Newell’s y Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Quienes lo vieron cuentan que era bastante bueno. En su vuelta a San Martín de Tucumán, debió jugar frente al mítico Santos brasileño. “Tuve que marcar a Pelé y al decir de todos los diarios lo hice perfectamente, al extremo de haberlo anulado”, le relató a la revista El Gráfico años atrás.
Pero su lugar fue Jujuy. Cuando se retiró del fútbol, consiguió un puestito en la policía local. Y otro como entrenador de Atlético Ledesma, el club del ingenio azucarero que pertenece a la familia Blaquier, y de donde la dictadura hizo desaparecer a treinta trabajadores, con el apoyo empresarial. En el pueblo de Libertador General San Martín todavía recuerdan la Noche de los Apagones durante la que secuestraron a más de cuatrocientas personas.
Kairuz figura en el legajo Nº 3.376 sobre la desaparición de Luis Aredes, el ex intendente radical que se atrevió a enfrentar el poder del ingenio. Olga Aredes lo reconoció un año después de que se llevaran a su esposo cuando su domicilio “fue invadido por un gran número de soldados uniformados del Ejército, al mando de un empleado de la empresa Ledesma, Juan de la Cruz Kairuz”.
Mientras Olga luchaba por justicia en Ledesma, Kairuz seguía dirigiendo equipos: Juventud Antoniana y Central Norte, de Salta; San Martín de Tucumán y Atlético Policial, de Catamarca. Ella, que llevó su pañuelo en soledad, murió en 2005 por un cáncer. Pero sus hijos tomaron el legado. Kairuz dice que espera el juicio, aunque la causa está estancada. Y él no está imputado: sigue libre, todavía camina las calles de la jujeña Perico como director técnico, aunque cada tanto le recuerden el pasado del que él no quiere hablar.
Kairuz ya sabía lo que le esperaba en Mendoza: agrupaciones sociales y políticas, como Barrios de Pie y Libres del Sur, además de organismos de derechos humanos como Hijos, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y Familiares de Detenidos y Desaparecidos, llamaban desde hacía varios días a manifestarse contra el DT represor. Tanto en el hotel en que se hospedó como en el viaje hasta la cancha y en el campo de juego mismo, el entrenador estuvo custodiado por la policía.
Hubo más: Kairuz apareció por el estadio Omar Higinio Sperdutti bajo algo muy parecido a un disfraz: el pelo teñido, con lentes y una gorra. Cuando su equipo salió a calentar, minutos antes del partido, él se mantuvo en el vestuario. Pero luego no pudo evitar dar la cara. Se ubicó en la platea, desde donde dirigió a su equipo por estar suspendido. En seguida se escucharon los silbidos. Y el hit de la hinchada de Maipú: “El que no salta es represor”. O la versión: “El que no salta es militar”. Una bandera de Libres del Sur daba una biografía básica: “J. Kairuz, DT de Talleres, represor de la Dictadura”. Primero estuvo colgada en la popular, pero luego la trasladaron hacia la platea techada, de frente al técnico, para que sus ojos no pudieran esquivarla.
Kairuz fue un lateral izquierdo que salió de San Martín de Tucumán. Como futbolista pasó por Atlanta, Newell’s y Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Quienes lo vieron cuentan que era bastante bueno. En su vuelta a San Martín de Tucumán, debió jugar frente al mítico Santos brasileño. “Tuve que marcar a Pelé y al decir de todos los diarios lo hice perfectamente, al extremo de haberlo anulado”, le relató a la revista El Gráfico años atrás.
Pero su lugar fue Jujuy. Cuando se retiró del fútbol, consiguió un puestito en la policía local. Y otro como entrenador de Atlético Ledesma, el club del ingenio azucarero que pertenece a la familia Blaquier, y de donde la dictadura hizo desaparecer a treinta trabajadores, con el apoyo empresarial. En el pueblo de Libertador General San Martín todavía recuerdan la Noche de los Apagones durante la que secuestraron a más de cuatrocientas personas.
Kairuz figura en el legajo Nº 3.376 sobre la desaparición de Luis Aredes, el ex intendente radical que se atrevió a enfrentar el poder del ingenio. Olga Aredes lo reconoció un año después de que se llevaran a su esposo cuando su domicilio “fue invadido por un gran número de soldados uniformados del Ejército, al mando de un empleado de la empresa Ledesma, Juan de la Cruz Kairuz”.
Mientras Olga luchaba por justicia en Ledesma, Kairuz seguía dirigiendo equipos: Juventud Antoniana y Central Norte, de Salta; San Martín de Tucumán y Atlético Policial, de Catamarca. Ella, que llevó su pañuelo en soledad, murió en 2005 por un cáncer. Pero sus hijos tomaron el legado. Kairuz dice que espera el juicio, aunque la causa está estancada. Y él no está imputado: sigue libre, todavía camina las calles de la jujeña Perico como director técnico, aunque cada tanto le recuerden el pasado del que él no quiere hablar.
El Gato Andrada, otro personaje de hábitos nocturnos
A Edgardo Andrada le decían el Gato, más por su aspecto físico que por sus hábitos nocturnos. No fue un arquero cualquiera: ídolo de Rosario Central –el noveno futbolista con mayor cantidad de presencias–, jugó siete años en Vasco da Gama y dos en Colón de Santa Fe; hasta cuidó el arco de la Selección argentina en los 60. Pero el año pasado, un represor quebrado lo señaló como agente de inteligencia del Ejército en Rosario. Y dijo que el Gato participó del secuestro de los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi, una causa por la que está detenido Luis Abelardo Patti.
La denuncia fue realizada ante el juez federal de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruzzo. El ex arquero, pese a los pedidos de las organizaciones de derechos humanos, todavía no fue citado a declarar.
“No tengo nada que ver con lo que se me está acusando”, dijo al diario Clarín el año pasado. Quien lo acusó fue Eduardo Constanzo, que espera dos juicios por decenas de casos de secuestros y desapariciones. Además, según un documento incorporado en la causa Campo de Mayo, Andrada fue “agente secreto C-3 del Destacamento de Inteligencia de Rosario y por ende del Servicio de Inteligencia del Ejército”.
“Participé en el Ejército, pero no es pecado formar parte de esa fuerza”, dijo Andrada, a quien en Brasil aún recuerdan por haber sido el arquero al que Pelé le hizo el gol número mil de su carrera.
A Edgardo Andrada le decían el Gato, más por su aspecto físico que por sus hábitos nocturnos. No fue un arquero cualquiera: ídolo de Rosario Central –el noveno futbolista con mayor cantidad de presencias–, jugó siete años en Vasco da Gama y dos en Colón de Santa Fe; hasta cuidó el arco de la Selección argentina en los 60. Pero el año pasado, un represor quebrado lo señaló como agente de inteligencia del Ejército en Rosario. Y dijo que el Gato participó del secuestro de los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi, una causa por la que está detenido Luis Abelardo Patti.
La denuncia fue realizada ante el juez federal de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruzzo. El ex arquero, pese a los pedidos de las organizaciones de derechos humanos, todavía no fue citado a declarar.
“No tengo nada que ver con lo que se me está acusando”, dijo al diario Clarín el año pasado. Quien lo acusó fue Eduardo Constanzo, que espera dos juicios por decenas de casos de secuestros y desapariciones. Además, según un documento incorporado en la causa Campo de Mayo, Andrada fue “agente secreto C-3 del Destacamento de Inteligencia de Rosario y por ende del Servicio de Inteligencia del Ejército”.
“Participé en el Ejército, pero no es pecado formar parte de esa fuerza”, dijo Andrada, a quien en Brasil aún recuerdan por haber sido el arquero al que Pelé le hizo el gol número mil de su carrera.
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