A principios de noviembre de 1973, el establecimiento minero más importante de la provincia no había cumplido con las leyes que el gobierno provincial había sancionado. La construcción de viviendas para los trabajadores, la mejora de las condiciones de seguridad y salubridad eran obligaciones no cumplidas por la compañía Mina Aguilar. Existía, además, un gran descontento por la suspensión de horas extras. Los trabajadores sabían que podían reclamar por sus derechos porque al frente de la dirección provincial de Trabajo estaba un respetado ex-dirigente gremial, Avelino Bazán. El conflicto llevaba más de dos meses.
El lunes 5, en asamblea secreta, los trabajadores habían aprobado el plan de lucha que comenzaría a media mañana del día siguiente. Se organizaron para tomar la usina, cortar las comunicaciones y parar en forma masiva. A la medianoche, un incendio destruyó la carpintería de la mina.
Como estaba previsto, alrededor de un millar de obreros se movilizaron en la mañana del martes. Fue dinamitado el puente que une a la estación ferroviaria Tres Cruces con El Aguilar. Antes de que se cortaran las comunicaciones, un radiograma fue despachado con destino a la central de Policía de Jujuy: Se producen daños materiales por pedrea, encuéntrase tomada la entrada del camino; obreros y mujeres munidos de palos provocan daño en todo lo que encuentran. Se hallan enardecidos; se presume consecuencias gravísimas y amenazan represalias contra directivos.
A las diez de la mañana, mujeres y niños estaban en medio de la manifestación. Uno de los objetivos era detener a Eduardo López, jefe de Personal, para que compareciera ante los obreros. Un grupo de mineros se cruzó con un alférez de apellido Gómez, que estaba a cargo del destacamento de la Gendarmería Nacional.
Se produjo un enfrentamiento. El gendarme levantó su pistola y disparó, reiteradamente, al montón; ocho obreros resultaron heridos. Más tarde, uno de ellos moriría.
Ricardo Neme Scheij, quien ha estudiado los sucesos de “El Aguilarazo”, ha escrito que las acciones del alférez “encendieron la mecha” y que, mientras eso sucedía, un grupo de manifestantes encontró, en la sala de maternidad del hospital, al asustado jefe de Personal que trataba de pasar desapercibido.
Al fin, una ensordecedora asamblea se congregó en el estadio de deportes. Allí se encontraban maniatados algunos directivos de la St. Joseph, a los que se les reclamaba aumento de salarios, construcción de viviendas, el retiro de López y asistencia médica. Luego se apersonó el director de Trabajo, Sr. Bazán, quien expresó a la concurrencia que no podía firmarse un acuerdo en esas condiciones, debiéndoselo hacer en un ámbito neutral. Seguidamente las distintas partes se dirigieron a la subcomisaría de El Aguilar. Allí se firmó un acta-acuerdo que fijaba un 75% de aumento salarial.
Un tiempo después, el gobierno nacional (a través del ministerio de Trabajo) anularía el acuerdo. Un mínimo plus por zona desfavorable sería el único resultado positivo de la lucha.
El lunes 5, en asamblea secreta, los trabajadores habían aprobado el plan de lucha que comenzaría a media mañana del día siguiente. Se organizaron para tomar la usina, cortar las comunicaciones y parar en forma masiva. A la medianoche, un incendio destruyó la carpintería de la mina.
Como estaba previsto, alrededor de un millar de obreros se movilizaron en la mañana del martes. Fue dinamitado el puente que une a la estación ferroviaria Tres Cruces con El Aguilar. Antes de que se cortaran las comunicaciones, un radiograma fue despachado con destino a la central de Policía de Jujuy: Se producen daños materiales por pedrea, encuéntrase tomada la entrada del camino; obreros y mujeres munidos de palos provocan daño en todo lo que encuentran. Se hallan enardecidos; se presume consecuencias gravísimas y amenazan represalias contra directivos.
A las diez de la mañana, mujeres y niños estaban en medio de la manifestación. Uno de los objetivos era detener a Eduardo López, jefe de Personal, para que compareciera ante los obreros. Un grupo de mineros se cruzó con un alférez de apellido Gómez, que estaba a cargo del destacamento de la Gendarmería Nacional.
Se produjo un enfrentamiento. El gendarme levantó su pistola y disparó, reiteradamente, al montón; ocho obreros resultaron heridos. Más tarde, uno de ellos moriría.
Ricardo Neme Scheij, quien ha estudiado los sucesos de “El Aguilarazo”, ha escrito que las acciones del alférez “encendieron la mecha” y que, mientras eso sucedía, un grupo de manifestantes encontró, en la sala de maternidad del hospital, al asustado jefe de Personal que trataba de pasar desapercibido.
Al fin, una ensordecedora asamblea se congregó en el estadio de deportes. Allí se encontraban maniatados algunos directivos de la St. Joseph, a los que se les reclamaba aumento de salarios, construcción de viviendas, el retiro de López y asistencia médica. Luego se apersonó el director de Trabajo, Sr. Bazán, quien expresó a la concurrencia que no podía firmarse un acuerdo en esas condiciones, debiéndoselo hacer en un ámbito neutral. Seguidamente las distintas partes se dirigieron a la subcomisaría de El Aguilar. Allí se firmó un acta-acuerdo que fijaba un 75% de aumento salarial.
Un tiempo después, el gobierno nacional (a través del ministerio de Trabajo) anularía el acuerdo. Un mínimo plus por zona desfavorable sería el único resultado positivo de la lucha.
Minera Aguilar, como Ledesma, fue cómplice del terrorismo de Estado, hay una causa por crimen de lesa humaidad abierta por ello.
29 compañeros fueron secuestrados, con excepción de Bernardo Vázquez, que era el cura del pueblo. Todos los demás eran empleados de la mina.
Todos fueron detenidos en aquella localidad el mismo día del golpe de estado, el 24 demarzo de 1976, por persona de Gendarmería Nacinal y de la Policía de la Provincia de Jujuy. Luego se los condujo, en camionetas de la Minera Aguilar, hacia el Escuadrón La Quiaca de Gendarmería Nacional; mas tarde, a Penal de Villa Gorriti y de allí (el 7 de octubre de 1976) en avión hacia la Unidad Penal Nº 9 de La Plata, Provincia de Buenos Aires.
29 compañeros fueron secuestrados, con excepción de Bernardo Vázquez, que era el cura del pueblo. Todos los demás eran empleados de la mina.
Todos fueron detenidos en aquella localidad el mismo día del golpe de estado, el 24 demarzo de 1976, por persona de Gendarmería Nacinal y de la Policía de la Provincia de Jujuy. Luego se los condujo, en camionetas de la Minera Aguilar, hacia el Escuadrón La Quiaca de Gendarmería Nacional; mas tarde, a Penal de Villa Gorriti y de allí (el 7 de octubre de 1976) en avión hacia la Unidad Penal Nº 9 de La Plata, Provincia de Buenos Aires.
Colectivo Minka
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